Las imágenes de una guerra en tierras lejanas te impresionan en la exposición de fotoperiodismo; sientes horror más que pena por el dolor ajeno, deseando y pidiendo a todas las entidades divinas que nunca seas tú el que aparezca en esa atrocidad. Respiras profundo y sigues tu camino como espectador mariposa. Se terminó. No hay porqué recordar nunca más; no hay porqué recordar nunca más nada de lo que has visto. Tragas tu imagen y al poco tiempo la conviertes en otro de tus hedores.
Piel de elefante, me recomendaron un día. Dejar de sentir. Pasar esta vida como roca; como parte de una de las millones de rocas que, como tú, ruedan perdidas en su desierta existencia.
Me encuentro contigo todos los días. Te huelo junto a mí cuando compartimos el mismo espacio. Te escucho cuando gritas palabras vacías. Eres quien sé que no soy. Eres el violador de tu ética, el hurtador de tus sueños y mi asesino, ese que aunque me ve de frente, es capaz de anular mi existencia.
Te imploro piedad, ¡misericordia! Abre los ojos y eleva tu espíritu, donde otros como yo, te esperamos para vivir en un mundo donde no caben los días cualquiera.
¡Bravo hija! me parece excelente, me gusta porque me haces sentir otras partes de mi pensamiento que permanecen inertes en la monotonía diaria.
Mmmm... Esto debería acumularse y publicarse ¿no crees?