Me enamoré de una ola.
En su forma de agua pasiva,
mientras tocaba la orilla de la playa,
pude bañarme en su belleza
y perderme en su azul profundo.
Pero como ola que es,
el océano la llamaba para volver.
Y entonces se fue.
Quise esperarla. Prometió que volvería.
Me hundí mil veces en su recuerdo,
hice burbujas con suspiros
y sentí su humedad en mi piel;
hasta que al fin comprendí
que en su naturaleza está el vaivén.
¿Cómo abrazar el agua cuando se va de entre los brazos?